DESARROLLO
SIN FORMATO
I. Se invita a los participantes a acostarse con los ojos cerrados, cuidándose de que haya espacio suficiente entre uno y otro para que no interfieran entre sí al hacer sus movimientos. Se les estimula para que agudicen sus sentidos acerca del ambiente: la atmósfera reinante, las texturas con las que tiene contacto, su propia respiración el latir de su corazón; en fin que experimenten vivenciar el cuerpo que les pertenece y que esto se acompañe de la satisfacción de encontrarse consigo mismo.
II. Que tomen la posición de una semilla en proceso de germinación que con ayuda de elementos extraños a ella, se desarrollará y crecerá individualmente.
III. Se les dice que su brazo izquierdo es la raíz que recibe de la tierra donde está afianzada, toda la alimentación necesaria para desarrollarse.
IV. Que su brazo derecho es una rama que empieza a crecer en busca de aire, sol y agua.
V. Que poco a poco se vaya levantando con los brazos extendidos, semejando ramas en crecimiento y que éste se efectúe hasta donde les sea posible, que nada debe obstaculizar este crecimiento.
Ahora son los pies quienes se afianzan en la tierra como raíces.
Hasta este momento han permanecido con los ojos cerrados; se les invita nuevamente a vivenciar el espacio vital que les pertenece (hacia arriba, hacia abajo y hacia los lados) y a que nada obstaculice dicho crecimiento.
VI. Se les pide que abran los ojos y se miren lo unos a los otros, como si fueran la primera vez que lo hicieran.
VII. Que dejen entrar en su espacio vital a las personas que ellos deseen.
VIII. El Facilitador al observar que ya todos han compartido su espacio vital, en lenguaje no verbal, pide la formación de un círculo entrelazado. Se permite que quienes lo deseen compartir sus experiencias.
IX. El Facilitador guía un proceso para que el grupo analice, como se puede aplicar lo aprendido en su vida.
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